13 de octubre de 2013

13.10.2013


Cada uno cuando vuelve a casa se encuentra con su realidad. La mía no es muy diferente a la de ayer. Te echo de menos. El otoño ha llegado y parece que ni el frío que ha traído congela tanto como tu ausencia. Siempre pensé que eras la persona perfecta a la que escribirle pero no de esta manera. No se. Eras como las olas del mar en un día de bandera roja y yo era la idiota a la que le encantaba el agua. No pensaba renunciar a ti aunque me llevases mar adentro, aunque me ahogases. Ahora voy a la deriva en un océano de lágrimas. Yo que pensé que si alguna vez ocurría sería en el sudor de nuestros cuerpos, con Bruno Mars de fondo y las sábanas enredadas en nuestros pies. Ya no me gusta Bruno Mars, y las sábanas han pasado a ser mantas. Ya sabes, el frío. Es octubre y las hojas caen y yo con ellas, porque sí. Porque igual en el suelo me estabilizo o vienes y me recoges, yo que sé. Que me lleve el viento a donde quiera pero que no me deje aquí. Eras precioso y tenías esa clase de sonrisa que... Brillabas hasta en los momentos más oscuros y me hiciste brillar a mi, sin darte cuenta. Tu eras como las estrellas, lleno de luz, y yo como la luna, llena de golpes y ocultando siempre una parte de mi. Igual fue eso. O la cobardía. O las palabras. O los sueños. Quizás fue la sinceridad o la falta de conectores al narrar sentimientos. O fui yo y mis ilusiones y esperanzas de las que ya no hay ni rastro. Supongo que ahora todo sería más fácil, vacía digo. Pasaste como un huracán por mi vida y me absorbiste por completo. Ahora estoy en algún lugar desconocido, buscándome, y solo se que cuando me encuentre ya no seré la misma. Tuve que ver como salvabas a alguien mientras dejabas que yo me hundiera. Dime quien no cambiaría después de eso.


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