29 de octubre de 2022

Tarde de viernes y otoño








«...everything you lose is a step you take [...]
you've got no reason to be afraid. 
You're on your own, kid, you always have been.»

- You're on your own, kid, Taylor Swift.





Vino la nostalgia a abrazarme
una tarde de viernes y otoño.
y subió a mi cama haciendo crujir las hojas,
creando huecos entre mapas que reiterativos 
señalaban un norte que olía a hogar.
A castañas calientes y chocolate,
a tardes jugando en el parque 
y lluvia nocturna golpeando el cristal.

Vino la nostalgia a lanzarme brújulas rotas
a llamarme perdida, 
a clavarme agujas de pino en la espalda
por si pretendía olvidar el dolor 
al calor de una chimenea cualquiera, 

por si pretendía olvidar los muertos y la otra vida
bajo una alfombra de tierra húmeda y verde selva. 


Vino a desnudarme y tirité para ella.
Apagó las velas y me acarició fría
señalándome okupa de la casa de otros.


Vino la nostalgia y olvidé el paraguas.
Me acurruqué en la cama temiendo salir
por si la lluvia no secaba,
por si las llaves dejaban de abrir 
y volvía a verme sola entre calles hostiles,
amenazando con las grietas a desconocidos
que engrosaban la lista de los más buscados
por tener un amplio historial 
de jarrones rotos en las manos. 


Vino la nostalgia a saludarme
una tarde de viernes y otoño
y desperté un sábado de tormenta
con la ropa empapada,
confundida por compartir techo con tanto frío,
añorando encontrarme en la vibración de un pecho ajeno,
en cuatro patas corriendo urgentes por el pasillo. 


Sabiéndome lejos, 
sintiéndome sola,
y sin puertas que abrir entre tanto muro. 



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