19 de octubre de 2013

19.10.2013


La habitación oscura solo se ilumina con la escasa luz de una vela que se consume lentamente. Como la vida. Como el amor. Todo se mueve a mi alrededor mientras mi corazón late con fuerza. Había notado cuando dormía unos dedos sobre mi hombro y pensé que quizás habías vuelto o que al menos no estaba tan sola. La música triste sigue sonando e inundando la habitación con recuerdos. Últimamente los viernes se han convertido en tormenta. Es lo que tiene dibujar sonrisas durante cinco días seguidos; el último día se vuelven más amargas. Y hoy tu saludo se me ha atragantado. Siempre me gustó como sonaba mi nombre en tus labios, pero hoy sonaba a tragedia. Como si lo supieses. Intento recuperarme del naufragio pero nunca pensé que las lágrimas pudiesen llegar tan adentro ni enfriar tanto. Supongo que el mundo necesita brazos igual de cálidos que los tuyos. Debería haber leído la letra pequeña y tal vez ahora no estaría como el Titánic. Pero firmé sin saber que la mayoría de sueños que tenía acabarían sin cumplirse y hundidos. Tu tenías ese poder en mi, no me permitías pensar con claridad. A tu lado dejarse llevar sonaba demasiado tentador como para no hacerlo. Y lo hice. Y no creo que dudase en volver a hacerlo. Y es que has sido el mejor error en dieciséis años aunque me hayas dejado en ruinas. Siempre quise escribirte, aunque no de esta manera. Pero eso ya lo sabes. 


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