21 de enero de 2020

Ríos gris ceniza








«Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito, 
porque me destrozaría saber que a pesar de eso 
no me has buscado.»

- Mario Benedetti


Muchas veces lo hago todo mal
y espero no haberlo hecho contigo
pero me siento como un pez
nadando a contracorriente
y dándome de hostias contra todo
lo que se me pone por delante.

No equivocarse entre tanto obstáculo
es irresistiblemente complicado.


No quiero haber hecho nada mal contigo
no por miedo
sino por decepción,
porque son tantas las oportunidades que
creo haber dejado escapar
que pensar en haberte dejado a ti 
me quita el sueño por las noches.


Quiero echarte la culpa de todo
pero mi cabeza se resiste.
Maldecirte de madrugada,
renegar tu nombre,
omitir los recuerdos que llevo anclados a las costillas.

Pero entonces siempre suena esa canción
y tengo que morderme la lengua
para que algo duela un poco mas,
y dejar de pensar en lo otro, 
en lo realmente preocupante,
en lo que no deja de supurar pese al tiempo.


Quiero pensar que has hecho todo mal
por no saber lidiar con tantos condicionantes,
y así
convertirme en víctima de una década difícil,
de un destino melancólico,
de una casualidad caprichosa.

Marioneta de un señor de arena
vestido en canas
que se descojona a un ritmo monótono,
siempre constante,
mientras mira cómo me equivoco
una vez tras otra,
una vez tras otra,
una vez tras otra.


No quiero ser protagonista de una historia
que empecé a escribir engañada por el viento.

No quiero ser responsable de decisiones que tomé
cegada por la irracionalidad.


Si pudiera arrancaría tus páginas de este libro
porque están arrugadas
y repletas de manchas,
de ríos gris ceniza
que en algún momento fueron cuadros de Monet.

Y yo, que solo quiero recordar aquel paisaje,
tengo que resignarme a estos retales 
que lo enturbian todo.


Tengo miedo de no saber unir las piezas que queden.
Temo no ser capaz de escuchar de nuevo
el agua correr por su cauce
sin desbordamientos,
sin gritos ahogados,
sin peces muertos.


Pero hay días que me despierto un poco mas valiente
e imagino que te veo,
que me saludas con el sonido de todos los océanos juntos
que me sonríes
y el sol de julio vuelve a salir.

Imagino que somos felices,
todavía un poquito más
por poder ver al otro brillar
con esa intensidad que nos caracteriza,
y que nos despedimos
y los peces continúan nadando,
que el agua es cristalina,
que el mundo gira con su eje en perfecto estado,
sin chirridos,
sin chispazos,
sin alarmas

que el mundo gira
y yo por fin me mantengo estable
sin tropiezos,
sin mochilas cargadas de piedras,
sin ver fantasmas con tu nombre
en cada esquina que giro esperando encontrarme
de golpe
conmigo.

Que el mundo gira
y la brisa nos acaricia la cara
y por fin el aire es puro,
e intoxica mis pulmones
y vuelve a no haber espacio
para el miedo a dejarse llevar

Que el mundo gira,
que hay noche y día,
y lunes y domingos
y tostadas y fruta para desayunar.



Que el mundo vuelve a girar
al mismo ritmo que hace dos años
y ya no me abruma ni su quietud
ni su velocidad

aunque tú no estés.



10 de enero de 2020

Lluvia de verano






«Te echo de menos
pero me he esforzado
porque no se me note tanto,
y me he acostumbrado.
Ya sé que eso no es bueno.
Pero cuando no estás
casi nada lo es.»

- Escandar Algeet



Siento que no puedo lidiar con las horas que quedan,
que necesito que llegue la oscuridad
y acurrucarme en su regazo,
abrazarla y escuchar lo que me susurra al oído.

Necesito estar sola y me siento rodeada de gente,
acorralada y sin salida,
aunque no logro escuchar la respiración de nadie,
solo la mía.

Algunos minutos se desboca
y todo empieza a ir demasiado rápido,
se empiezan a enmarañar
los hilos de mi cabeza
y parece que lo único que va a salir de ahí
sea una montaña de nudos
de garganta y de estómago
alimentados por todas esas cosas
que se quedan sin decir.


A veces siento que me ahogo
aunque miro el vaso
y el agua apenas roza mis tobillos.


A menudo no entiendo
lo que intentan decirme los pulmones
y a modo de venganza quiero pensar
que crecen y crecen
y por eso me aprieta todo aquí dentro.

Así me asusto un poco menos. 



He ido perdiendo tantas cosas por el camino
que ahora solo llevo de equipaje
una contradicción gravada en mi piel
y sigo sin recordar
a dónde he querido ir todo este tiempo,
dudando de si merece la pena el esfuerzo
e intentando descubrir si voy a llegar tarde
a un destino ya truncado.


No sé si lucho contra mi,
contra el tiempo,
o si ambos se han aliado
para acabar con la niña
que sigue irradiando luz
debajo de todas estas piedras;
sedimentos de los cadáveres
de aquellos que perdieron la guerra
porque dejé de creer,
porque les imaginé débiles
y nunca les abracé lo suficiente.


Me estoy ahogando,
la estoy ahogando a ella
y no voy a tener a nadie
a quien culpar por la falta de oxígeno
después de marcar su yugular con mis huellas. 


Necesito salir
de este alud de puntos suspensivos
pero no veo ni puertas ni llaves,
solo un puñado de bolígrafos que me apuntan
preparados para matar.


Y yo no puedo dejar de pensar
que estoy demasiado cansada
como para seguir con todo esto.
Que el único tratado de paz que puedo firmar
está escrito con mi letra
y ya no quiero escucharme 
porque me construyen incoherencias. 



¿Cuando va a dejar de llover en verano?





4 de enero de 2020

MMXIX




«Un año menos que dolerse
de esta herida y de esta luz»

Año Nuevo, Vetusta Morla



2019 ha sido un año repleto de enfado y rabia y me aferré a ellos hasta que terminaron consumiendo toda mi energía. Solo me apetecía tirarme al suelo y patalear por lo injusto de todo, por lo aterrador de vivir llevando el miedo cosido a mis talones, por no conseguir mantener cerca lo que quería (y joder, cómo le quería). Este año ha sido una hostia en la cara sin anestesia ni compasión. Me escondí bajo las sábanas para sentirme algo más en casa y no lo logré porque ya nada conseguía acercarme un poco, porque ya nada me daba calor, y tiré la toalla tantas veces que el suelo comenzó a parecerme un buen lugar para dormir y vencerle la guerra al vértigo. Le perdí el miedo al precipicio y aprendí que destrozada tomo mejores decisiones por pensar en lo que me apetece y no en los deberías; qué putada vivir condenada al caos. Que me gusta tanto quien soy cuando me levanto que acepto el riesgo eterno a las caídas [aplicable a todo lo que sacie el agujero negro que llevo entre las costillas]. 


2019 fue una guerra entre la luz y la oscuridad y ésta última ganó por goleada. Pero cuando cierras los ojos con fuerza aparecen destellos de luz y ahora les estoy dando forma y con ellos a mi. Diez años después sigo cambiando cada vez que puedo, sigo aprovechando cada hostia para pasar por cirugía, extirpar lo que ya no, implantar lo que me parezca que sí y, tras unos días en observación, volver a casa. Ya no se si es cuestión de rebeldía, de libertad o el único camino por el que sé llegar. 


A los nuevos: os juro que la cosa mejora.
A los que ya estabais: lo siento por no ser ancla, pero me necesitaba.
A los que os fuisteis: gracias por las dudas, todavía intento encajarlas en la maleta.
Y a ti [que lo conseguiste]: 2019 fue en tu honor.