21 de octubre de 2018

Intrusiones



« When the night was full of terror
and your eyes were filled with tears.
When you had not touched me yet. »

- The night we met, Lord Huron.




Torpe e insegura
y todavía me abrazaste.
Todavía capaz de demostrarme
que conmigo
ese momento
ese lugar tan en medio de la nada
tenía sentido.

Que tú lo tenias,
y yo también.

Y que nuestra vida
-porque en algún momento fue nuestra,
porque en algún momento se asemejó
a un proyecto tangible entre nuestros dedos-
parecía tener mas o menos claro
el camino
para encontrar el suyo.



Me aferro a tu recuerdo
porque me ha hecho llorar
pero a día de hoy
cuando te me apareces
se me escapa una sonrisa.

Que no tiene tu firma
sino la mía,
pero que eres tu quien la inspira

y sería desconsiderado no hablar de ti
en la descripción de esta obra de arte.



Además hay días que sigues siendo
mi tema de conversación favorito.



Ojalá no me eches de menos
de la forma en que yo te he echado,
nunca cerrando la puerta después.

Ojalá siempre hayas sonreído
al escuchar mi nombre
y algún imbécil te haya preguntado por qué.

Porque seguimos buscando explicaciones a la felicidad propia y ajena
cuando no hay ninguna que la justifique
sino personas.

Ojalá algún imbécil te haya preguntado por qué
y ojalá contestases "no es nada"
pensando "ha sido todo".


Nada es lo que queda.


Ojalá seas feliz al menos un tercio de lo que me has hecho.



Te contaré un secreto:
te acabo de recordar
porque en esta habitación
hace el mismo frío que al entrar en tu coche,
y esta vez no son metáforas.


Y me jode,
me jode saber que tienes esa facilidad 
de aparecer sin mas
igual que para irte.


Me jode que vengas con el frío
cuando te convertí 
en la definición perfecta de verano.


Me jode que estés por todas partes.



Pero quizá es por eso mismo
que con el paso del tiempo
me esté acostumbrando a no saber de ti.