11 de julio de 2015

Seis


Y es que parece que lo único que necesito al final en cada fiesta es que aparezcas de repente y me abraces como aquel noviembre. Que me abraces y me hagas sentir esa libertad que me dabas con solo mirarme. Que me abraces y me vuelvas a enseñar que si el viento me despeina es porque yo quiero, y que si yo quiero no pueden decirme que está mal. 

Necesito tu calma para volver a mirar la vida con perspectiva. Y es que desde que te fuiste las lineas de mi vida dejaron de tener punto de fuga. Y bueno, ya sabes como soy. Sabes que necesito un jodido punto de fuga para saber qué hacer, como actuar; para tener sentido. 

Sin ti las lineas se quedan a medias. Sin ti no hay objetivos ni metas, no hay principio ni final, no hay lunes ni domingo. Sin ti todos los días son jueves y todo el año invierno, y no poder disfrutar de los colores del otoño me mata, por muchos azules color cielo que me miren directamente a los ojos.

Eh, payaso, que necesito que me digas qué hacer con las manos, que no supieron manejar eso de no tenerte y ahora apenas reaccionan. Que con ellas yo solo pretendía acariciarte un poco más las heridas y ahora sangran si otros dedos se entrelazan con los míos intentando llenar los huecos vacíos que tú dejaste. Porque no, nunca logran llenar todos los espacios por completo y entonces te recuerdo, vuelves, y todo acaba. 



Puede que ya no me guste coger de la mano a nadie que no sepa sostener mi alma con una sola mirada. Y aunque no lo parezca ya no espero que vuelvas, solo espero que te vayas.