12 de noviembre de 2013

Lo nuestro era arte


Alguna vez soñé que tus "te quiero" eran para mi. Y qué locura. Debí beber demasiada esperanza antes de dormirme. Esperanza de la que ya no hay siquiera un trocito. Alguna vez soñé que tus labios castigaban a los míos, capturándolos y mordiéndolos con tus dientes. Y que calor hacía. Debí haber guardado el sabor de tu boca para estos tiempos de sequía. Alguna vez soñé que tu pecho era mi almohada y que mi pelo era el paseo que a tus dedos más gustaba. Y pensé que estaba en el cielo. Debí haber guardado un trocito de nube para usarla ahora que duermo en el frío y duro suelo. Alguna vez soñé que dibujabas mi sonrisa los trescientos sesenta y cinco días del año. Soñé. Debí guardar los bocetos para ahora poder saber como dibujármela yo sola. Alguna vez fuiste el arquitecto de mi vida. Alguna vez supe como estaba estructurada. Alguna vez pintaste mis entrañas y trazaste tu firma en mi piel. Quizás demasiado fuerte. Quizás demasiado profunda. Pero entonces no dolía. Y no te importaba las veces que las lágrimas borrasen la obra de arte que estabas haciendo. Volvías. Siempre volvías y me arreglabas. Porque te gustaba. Yo te gustaba. Pese a mis problemas. Pese a mis inseguridades, mi pasado y mi futuro. Yo te gustaba. Y era mágico. Como la intimidad que siente un pintor con su lienzo. Y nunca nos íbamos a rendir. Yo de inspirarte y tu de darme sentido. Nunca. Y juro que me lo creí. Y creí que cuando acabases de pintarme yo podría empezar a escribirte. Y sería arte. Lo nuestro sería arte. Pero ya ha llegado el otoño y el lienzo se está quebrando por las lágrimas y las gotas de lluvia. Te rendiste. Me dejaste a medias. Y yo sigo intentando darle sentido a todo esto, pero se fue contigo.

10 de noviembre de 2013

10.11.13


Hola. Te escribo para decirte que todavía te echo de menos y que no te he olvidado. Es domingo y estoy de resaca porque ayer hice todo lo posible por no recordarte. Y por mucho que digan, el alcohol no alivia el dolor, solo hace que las heridas quemen un poquito más. Te prometo que ayer intenté que no aparecieras en mi mente pero acabé contando nuestra historia a las cinco de la mañana. "Nuestra historia" como si alguno de los dos se hubiera atrevido a escribirla. Y no se. A veces me gustaría leerla desde tu punto de vista y así intentar entenderte. Me dejaste sola en medio de la nada y pareció no importarte que yo me ahogase en mi y en mis problemas, como si fuera fácil salir de ellos. Tu eras el único capaz de aislarme de todo, como un buen libro. Y hubiese dado cualquier cosa por leerte todos los días de mi vida. Creo que deberías saber que ya no le cuento nada a nadie porque no son capaces de aconsejarme de la manera en que tu lo hacías. Y duele que no haya nadie capaz de reemplazarte. Por mucho que digan que me equivoco. Eras el único. Y lo sigues siendo.