24 de junio de 2017

Noche de verano




« ¿Qué mundos tengo dentro del alma
que hace tiempo vengo pidiendo medios para volar? »
- Alfonsina Storni


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Me gusta seguir mirando la luna de vez en cuando
porque, aunque cambia,
sigue siendo la misma;

tan llena y tan vacía,
tan blanca y tan oscura,
tan de piedra y tan rota,
tan de todos y tan de nadie a la vez.


Me gusta pensar que su luz
es el reflejo de todas las miradas
que cautiva por las noches,

como un baúl de sueños rotos,
de sueños cumplidos,
de sueños,
de vida,
de vacíos,

de esperanza,

de nostalgia.


Un baúl de objetos perdidos,
de personas encontradas
y de historias que jamás vieron amanecer.


Me gusta seguir mirándola de vez en cuando
porque siempre supo quién era
incluso cuando nada habitaba en mis pulmones.

Y ahora que los encharcan nenúfares
ahí sigue cuando el sol cae
como recuerdo de quién fui,
de quién no fui,
y de quién nunca seré.

Valiente.

Niña sin miedo.


La miro y me mira
y vierte un poco de su brillo en mis ojos
y me dan ganas de aullarle,
de correr hacia bosques por ella
pero nunca fui de hacer ruido;

así que le enseño mis colmillos,
entrecierro mis ojos
y, si estoy de humor,
le gruño un poco antes de volver a casa.

Entonces la miro de nuevo
esta vez por la ventana
mientras comienzo a afilarme las uñas.


Tercera noche consecutiva.

Ella sonríe.