6 de diciembre de 2015

La paz siempre será utopía




« No hi havia a València dos amants com nosaltres.
Feroçment ens amàven des del matí a la nit »




Nos quedamos sin papeles. Y Valencia se quedó sin nosotros.
No había poema que se adaptara a esta historia.
Historia de mierda. Historia de insomnio. Historia de alcohol en vena.

Me cuesta coger trenes que no bajen por tu espalda,
que no paren en tus lunares ni se retrasen por acariciarte las cicatrices.
Me cuesta coger trenes que me lleven a casa,
cuando casa nunca serás tú.
Porque tú nunca serás casa.
Y ahora casa es la historia de un fracaso.
Como si el reloj de la estación me gritara
que nunca lograré alejarme del todo,
que él siempre ganará,
y que sus agujas no piensan parar por mis miedos.
Que nadie va a parar por mis miedos.

Todavía hay voces que me gritan "cobarde" a media noche y...
tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic
no cesa como música de fondo.
Creo que se me acaba el tiempo cuando,
en realidad, nunca lo he tenido.
Nunca he tenido tu tiempo.
Ni tus sueños en mis manos.
Ni tus lágrimas en mis pestañas.

Que esta ciudad nos vio arder como nadie más lo hizo.
Arder como el Ave Fénix antes de convertirse en ceniza.
Y eso que yo siempre he preferido el invierno.
Sobre todos, el que pasaba bajo tus sábanas.

Esa noche creí en la magia.
Y con cada palabra que acariciabas
creí que sacarías palomas blancas de tus bolsillos.
Pero solo sacaste tinta.
Tinta y agua estancada.
Agua de mar estancada.
Porque no era dulce sino salada.
Y no era clara, sino oscura.
Como quien le pone barreras al océano.

La paz siempre será utopía en tus cuerdas vocales si yo te miro de frente.
Aunque, como la mayoría de las guerras, esta ya estaba perdida mucho antes de empezar.






19 de agosto de 2015

Ahora nada



Llega un día en que justo cuando vuelves a casa, mientras te pones esa camiseta grande, te recoges el pelo y te dispones a meterte en la cama algo hace "click" y grita que estás perdida. Perdida y al borde de un precipicio rebosante de insensibilidad. 

Dos años. Dos años y lo único que descubro ahora es que, después de todo, después de perderle, de perderme, de perdernos; por no quedar no me queda ni la gracia, ni las ganas, ni siquiera mi estilo propio de escribir. Por no hablar de lo gilipollas que se puede llegar a sentir una al intentar ponerle letra a algo que no conoce porque no existe. Algo que no es sentimiento porque no siente. Algo que no es emoción porque no se emociona y que no es estado de animo porque ni está ni le anima. « Y entonces, ¿ahora qué? ». « Entonces, ahora nada ». 

Ahora nada. Ahora y antes, claro. O más bien oscuro porque la nada suelen pintarla de negro. Como si el vacío pintado de blanco estuviera menos vacío. Alguien debería haberle visto la sonrisa antes de generalizar tanto esa idea, porque era un puñetero acantilado sin fondo. Y sin carteles que avisaran del peligro, sin líneas amarillas que te indicasen la distancia a la que debías mantenerte para que el tren no te absorbiera. Un puto tren que la única parada que tenía era la cama de ella, pero donde la gente idiota subía porque le daba igual a dónde ir mientras fuera a algún lado. 

Y más de su mano...



« ¿Y ya no viajas? » 
«¿Cómo se compra un billete de tren sin saber ni el origen ni el destino? »






11 de julio de 2015

Seis


Y es que parece que lo único que necesito al final en cada fiesta es que aparezcas de repente y me abraces como aquel noviembre. Que me abraces y me hagas sentir esa libertad que me dabas con solo mirarme. Que me abraces y me vuelvas a enseñar que si el viento me despeina es porque yo quiero, y que si yo quiero no pueden decirme que está mal. 

Necesito tu calma para volver a mirar la vida con perspectiva. Y es que desde que te fuiste las lineas de mi vida dejaron de tener punto de fuga. Y bueno, ya sabes como soy. Sabes que necesito un jodido punto de fuga para saber qué hacer, como actuar; para tener sentido. 

Sin ti las lineas se quedan a medias. Sin ti no hay objetivos ni metas, no hay principio ni final, no hay lunes ni domingo. Sin ti todos los días son jueves y todo el año invierno, y no poder disfrutar de los colores del otoño me mata, por muchos azules color cielo que me miren directamente a los ojos.

Eh, payaso, que necesito que me digas qué hacer con las manos, que no supieron manejar eso de no tenerte y ahora apenas reaccionan. Que con ellas yo solo pretendía acariciarte un poco más las heridas y ahora sangran si otros dedos se entrelazan con los míos intentando llenar los huecos vacíos que tú dejaste. Porque no, nunca logran llenar todos los espacios por completo y entonces te recuerdo, vuelves, y todo acaba. 



Puede que ya no me guste coger de la mano a nadie que no sepa sostener mi alma con una sola mirada. Y aunque no lo parezca ya no espero que vuelvas, solo espero que te vayas. 



11 de abril de 2015

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Juro que vi desaparecer a una niña pequeña justo en el momento en que él atrapó mis labios entre los suyos. Y quise correr detrás de ella, decirle que no huyera, que podía soportar a ambos conmigo, pero ella ya se había vuelto invisible; humo escapándose entre mis dedos. Y esa noche lloré, como quien llora la perdida de su juguete mas preciado, de su falda favorita o del cuento que su madre le contaba cada noche antes de ir a dormir. 

Dicen que es entonces cuando cambias y ya no vuelves ser la misma.
¿En qué momento pierdes la magia, el brillo en los ojos y la ilusión? A veces no te das cuenta hasta que pasan unos cuantos años y sufres una crisis de esas que hace que te replantees qué cojones estás haciendo con tu vida. A veces esas crisis solo te recuerdan todo lo que perdiste en una sola noche y no volverás a recuperar jamás.


 Recuerdo exactamente el color ocre del sillón en que estaba sentada, y que miraba la tele apagada por no saber cómo huir de un peligro que ni siquiera sabía que existía. Fue entonces cuando un "yo no quiero ser el primer cabrón que te cruces en tu vida"  retumbó en mis oídos mientras seguía sin saber qué estaba yendo mal.

 Ni siquiera te miraba, pero estoy segura de que en ese momento cruzaste los dedos tras tu espalda. Supongo que fue desde entonces cuando todo se convirtió en cómo encontrar de nuevo mi sombra y mis niños perdidos. 

Nos vimos un par de veces después de aquella noche: "No se qué me pasó", "de verdad que yo no quiero ser el primer cabrón que te cruces en tu vida" y "vamos a mi casa y lo hablamos" por tu parte. Sonrisa cordial por la mía y unas ganas terribles de gritarte que me devolvieras la magia, los brillos, los sueños, las niñas y las ilusiones; pero acabé huyendo por si me quitabas algo más.


Y es que ¿cómo se borra la imagen de una misma mirándote al fondo de una televisión apagada como gritándote: "¿Qué coño estás dejando que hagan conmigo?" ?




Nunca te fies de un hombre que sepa bailar bien,
ni que sepa jugar con los niños,
ni de un poeta.





21 de marzo de 2015





Miraba la taza de té que sostenía entre sus manos y movía la cucharita en círculos lentamente mientras pasaban las horas. Era como mirarle a los ojos, entre verdes y marrones; nunca se podría cansar de hacerlo.

Dio un sorbo pequeño y se tragó aquel sabor amargo mezclado con sueños, promesas y decepciones mientras se quemaba la lengua y los labios. La noche anterior había soñado con él pero se había despertado otra vez sin huellas, sin arañazos y sin sonrisas. Y ya hacía tiempo que la luz de la mañana había decidido abandonar en cualquier rincón los buenos, para dejar solo los días.

Dejó la taza sobre la mesa y se llevó las manos -ya frías- a la cara. Frotó sus ojos para detener cualquier atisbo de sentimientos y volvió a perder la mirada en el fondo de aquellos colores por los que hubiese ignorado a la luna, a las estrellas, a la noche y hasta el universo.

Siempre le había gustado el campo y que el viento le diese en la cara. Agua corriendo de fondo y el sol coronando el cielo. Siempre había estado perdidamente enamorada del canto de los pájaros en pleno mes de abril y siempre había estado dispuesta a abandonar los sueños por quedarse un rato más disfrutando del silencio y del movimiento de sus pestañas.

Él le daba la noche inyectada en vena y los buenos días entre mordiscos. Sabía al té de las cinco -y de las dos, y de la una- siempre sin azúcar. Y no importaba a qué hora de la noche quisiera beber de sus ojos, porque él siempre la estaría mirando.

Siempre le había gustado el mar y que la brisa fría le despertase de los sueños de las cuatro. Nubes negras y rayos de sol, furiosos, gritando por el cielo. Siempre había estado perdidamente enamorada de las primeras lluvias de invierno, del granizo y de la nieve desmesurada; y siempre había estado dispuesta a abandonar el sueño por quedarse un rato más replicándole promesas a la luna y a los recuerdos.

Habían estado durante años destinados a ser y ninguno se dio cuenta a tiempo. Se dejaron ir sin querer, dejándose siempre pero nunca del todo. Y pisaron aviones juntos pero siempre de la mano de otros. Casi despidiéndose por completo, pero reencontrándose en cada sonrisa.

18 de enero de 2015

Esconderse detrás de mamá ahora sería una buena opción. Y dejar que ella hablase por mi con esa seguridad que le caracteriza, como sabiendo lo que quiero mucho antes, incluso, de que yo lo sepa. Esconderse, ahora, sería una buena idea. Nos hacen creer que debemos saber siempre a donde ir, que debemos saber qué queremos de la vida o de nosotros mismos para así poder alcanzar nuestros objetivos. Nos hacen creer que si no sabes qué buscas muy difícilmente encontrarás lo que necesitas.

 Yo creo en las casualidades. Creo en las casualidades y en el destino. No se qué quiero, no se a dónde ir, y busco lugares o personas donde esconderme como una completa cobarde. ¿Y qué? Hay momentos en los que necesitas aislarte, momentos en que no quieres que nadie te busque. Como un artista cuando se aísla para crear su obra maestra. Necesito crearme, reinventarme, esculpirme y terminarme. Necesito cambiar para asegurarme que nadie sabe más que yo de mí misma. Para mirarles, a ellos, con ojos de "no me conocéis y nunca conseguiréis hacerlo".

Nunca entendí porqué la gente fumaba hasta que llegué a la conclusión de que cada uno es libre de matarse como quiera. Y supongo que es algo así con todo.