14 de marzo de 2021

Vigésima letra del abecedario







«Algo en mí me castiga
desde todas mis vidas: 
- Te dimos todo lo necesario para que comprendieras
y preferiste la espera, 
como si todo anunciase el poema
(aquel que nunca escribirás porque es un jardín
[inaccesible

- sólo vine a ver el jardín-)»

- Alejandra Pizarnik




Me rodeaba el verde
Kodaline sonaba de fondo
en cada paso, un quejido de otoño
en mí, la idea de una revolución en tu nombre.

Liderar las líneas de ataque,
las de tu contorno,
las de defensa.

Como bandera, el pelo al viento
su sonido colándose entre las grietas,
las olas chocando contra las ruinas,
vida salvaje conquistando los restos de castillos,
de costillas de un yacimiento arqueológico
todavía cubierto de polvo y piedras. 

El reflejo del sol me invitaba a caminar lago adentro,
conocer otras oscuridades ,
aprender a hablar con propiedad,
y me temblaron las piernas pidiendo aletas y branquias 
despreciando la tierra, 
buscando un abrazo de agua.


No lo hice.

Estuve a un roce del escuadrón perfecto.


Quise capturar el sonido de todo ese silencio,
convertirlo en caballos y lanzas,
renunciar a las palabras 
a los escudos, a la armadura,
ganar sin perder tanta saliva.


Me salpiqué gotas de sangre para parecer más real
y solté un cargamento de miedo como inicio de la revuelta.

No fue suficiente. 



Corrieron lágrimas cuando vi al cisne.
Aparecieron tres más y no supe si lloraba por delicadeza
o por la muerte de lo que ya no eran,
del cuento que nunca me vio crecer. 

Estaban solos.