25 de septiembre de 2019

Bajo la piel


  



«Se irán, volverán para mirarte
como envidiando detrás de un muro
un jardín salvaje que les hiere. [...]

Para los ojos que tocan, cuerpo de humo.»

- Rubén Tejerina




Las máscaras que antes me intrigaban
ahora me asustan por las esquinas.
Si te apetece ver teatro
basta con salir a la calle.

Somos expertos actores y actrices
buscando que alguien nos aplauda,
acabar con las manos llenas.

Misma escena, distinto lugar

Podría culparte por ello
pero fui yo quien firmó el decreto,
la orden de despido
y el tratado de paz
con el hijo armado al que nunca caí en gracia.

Supongo que estas son las consecuencias.



Ya no quiero dar nada
y me suena a abrazos propios
después del fustigamiento.

A cubrir necesidades
que tantos meses han demostrado ser carencias
y búsqueda desesperada por caminos
que nunca quise transitar.

Que nunca habría recorrido antes de ti.



No quiero dar nada
porque no ven el resto
y quiero que lo hagan.

Porque soy más que tangible
y estoy a un paso de renunciar,
a medio de creerles,
a un cuarto de tropezar con la rueda del sistema,
dejarme reducir,
y convertirme en un simple escaparate.



Hay días en que no te echo de menos
y me entran ganas de morder,
de acabar con todo,
de liderar la revolución.


Pero hay otros en los que estoy tan triste
que no se qué decirme
para abrir los ojos
y salir de la cama.


Porque querer no es poder
y no se si puedo
aunque quiera y quiera mucho.

Y a veces soñar
es meterme en una fosa
y echarme arena en los ojos.






12 de septiembre de 2019

De esponja a piedra





«Que ya no tengo miedo, 
que dejé de arrastrarme, 
que ya no follo rodeada de ruinas, 
que dejé de llorar, 
que vuelvo a estar en mi sitio».

- Elena Codes


Creo que no te quiero de vuelta
y es que ya no noto el calor de tu cuerpo
al pensarte.

Llevo meses viviendo en un hogar abandonado
y por fin se ha hecho de día.
Por fin entra la luz por la ventana
y no me ciega.


Creo que no te quiero de vuelta
y sigo sin entender el propósito de todo,
sigo lanzando preguntas
a un mundo que nunca estuvo a mi alcance.

Tengo la absurda sensación de estar perdiendo lecciones,
de haber transformado la esponja en piedra,
de no estar comprendiendo nada.

Continúo pensando que nuestra historia
ha sido la mayor putada que han leído mis dedos
-hasta la fecha-.
¿Qué se supone que debo aprender
de una despedida gritada a voces?


Deseé no haberte conocido nunca
y pensé que nunca lo haría
pero me ardían los pulmones
y me sangraba la piel
cada vez que invadías la oscuridad de mis ojos.


Te fuiste y lo sabía
y no supe reconstruirme a tiempo
de no perderme.


Te fuiste y lo sabía
y días antes te acomodaste en mi salón
te traje mantas,
y permití que te acurrucaras en mi pecho.

Lo abrí solo para ti.
Y mientras tanto miraba tu billete de ida en la mano
como quien mira un papel en blanco
como quien firma sin leer la letra pequeña.


Creo que no te quiero de vuelta
y no me hace más feliz pensarlo.
Me asusta que tanta tristeza acumulada
lo acabe reventando todo,
se acabe escapando por los rincones.


Me asustan los truenos,
la falta de aire
las lagunas de agua salada
y el eterno invierno que he habitado.


Para nada.