4 de junio de 2019

A







«He mudado mi piel y mis recuerdos
y tengo tantas dudas
como ganas de pensarlas en voz alta a tu lado.»

- Mónica Gae





Puede que pesarle a alguien
sea lo peor que un ser humano
pueda hacerle a otro.

Las anclas dan seguridad,
estabilizan,
impiden que corrientes erráticas
te alejen de dónde quieres estar.

Pero yo nunca he querido ser lastre de nadie.


Quiero que vueles
y que vueles alto.
Que lo hagas por ti
y no por nadie.

El calibre de mis alas
no dejaba espacio a las tuyas.
No puedo culparte por eso.


Cuando no las tuve
las eché tanto de menos
que me propuse reconstruirlas
a base de tinta,
pluma a pluma.

Y como todo lo que hago
el resultado solo podía ser grande.
No puedo arrepentirme de ello.



Así que tranquilo,
te puedes ir,
a ellas las necesito.

A ti no.





He encontrado este texto entre los cajones y he chocado contra el alter ego que lo escribió. 
Hoy puedo decir que el dolor no es eterno, 
que el tiempo siempre cura 
y que tengo una factura para darte de los tres meses que me debes 
que nada tienen que ver con el tiempo que compartimos. 

Sin ti aprendí que merezco que me pasen cosas buenas 
y no he dejado de experimentarlo desde entonces. 
Gracias por abrir la puerta y salir.



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