10 de noviembre de 2013

10.11.13


Hola. Te escribo para decirte que todavía te echo de menos y que no te he olvidado. Es domingo y estoy de resaca porque ayer hice todo lo posible por no recordarte. Y por mucho que digan, el alcohol no alivia el dolor, solo hace que las heridas quemen un poquito más. Te prometo que ayer intenté que no aparecieras en mi mente pero acabé contando nuestra historia a las cinco de la mañana. "Nuestra historia" como si alguno de los dos se hubiera atrevido a escribirla. Y no se. A veces me gustaría leerla desde tu punto de vista y así intentar entenderte. Me dejaste sola en medio de la nada y pareció no importarte que yo me ahogase en mi y en mis problemas, como si fuera fácil salir de ellos. Tu eras el único capaz de aislarme de todo, como un buen libro. Y hubiese dado cualquier cosa por leerte todos los días de mi vida. Creo que deberías saber que ya no le cuento nada a nadie porque no son capaces de aconsejarme de la manera en que tu lo hacías. Y duele que no haya nadie capaz de reemplazarte. Por mucho que digan que me equivoco. Eras el único. Y lo sigues siendo. 

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