2 de agosto de 2013

Podría...

Drama. Si, podría montar un drama de lo mucho que echo de menos hablar contigo. Podría escribir por ejemplo que las noches no son tan dulces desde que te fuiste, que el silencio me atormenta y que mi móvil ni siquiera parece sonar con la misma alegría con la que sonaba cuando eras tu quien estaba al otro lado. Podría decir que la luna ahora me recuerda a ti y que no soporto verla en mi habitación desde que no acompañas a mi soledad; o que mis inseguridades, esas que jamás entendiste, han crecido desde que te marchaste sin ni siquiera decir adiós. Podría contarle a todo el mundo que estoy fatal, que ya nada es lo mismo, que no le encuentro sentido a eso de sonreír si no es para que tu me sonrías de vuelta o que necesito unos brazos nuevos cada noche para que alejen el frío que tu dejaste en mis huesos. Que ni una taza de café caliente ni un buen libro alejan el dolor que alojaste en mi pecho y que no quiero abrir los ojos si no estás tu para intentar adivinar todos sus colores. Podría aislarme en la música que tu nunca entendiste, llorar hasta quedarme dormida y soñar con no despertar nunca, no si despertar conlleva estar veinticuatro horas más sin ti. Podría hacer todo eso o callarme, fingir que no me importa lo que hagas y aparentar que estoy perfectamente sin ti. Fumarme sonrisas hasta que sean menos amargas, beber lágrimas con vodka a tragos largos hasta que tu recuerdo desaparezca de mi cabeza. Y tu sonrisa. Y tus ojos. Podría bailar hasta dejar de sentir los pies y el peso de tus palabras al ritmo de cualquiera de esas canciones sin sentido que a todo el mundo gustan menos a mi. Llegar a casa con los tacones en la mano y dejarme caer en la cama riendo porque te he dejado en la calle y no pienso abrirte la puerta; y por la mañana sentir menos dolor al saber que yo fui la culpable de que te marcharas y que no fuiste tu quien decidió hacerlo de un día para otro, sin razones, sin motivos, y sin despedidas.

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