21 de agosto de 2013

27 días.

A veces cierro los ojos y finjo que estoy bien. Es la única forma en la que consigo olvidarme de que no soy lo suficiente buena para nadie. Ni siquiera para mi misma. Te fuiste y te llevaste media parte de mi contigo y ahora el eco de mi voz me atormenta en las noches de soledad. Me esperaba una despedida menos silenciosa y ese quizás fue mi error, que me la esperaba. Pero es imposible creer que algo puede funcionar cuando ni siquiera crees en ti. Cada día que pasaba a tu lado una parte de mi cabeza pensaba que igual no era tan imposible, que igual esta vez si que era el momento perfecto, el lugar perfecto y la persona perfecta... pero me suelo equivocar y esta vez lo volví hacer. Te asustaste. Mostré demasiado mi verdadero yo y te faltó tiempo para salir corriendo. Lo tendría que haber sabido y no estaría odiándome por dejarte saber tanto. Te esperé. Esperé que volvieras, me convencí y pensé que solo te habías tomado unos días de descanso pero ya son veintisiete. Se dice pronto ¿no? Veintisiete días esperando saber algo de ti y lo único que se es que no me echas de menos.



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